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Obsolescencia Social

  • Foto del escritor: Andrea García Chávez
    Andrea García Chávez
  • 11 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

¿Por qué en la actualidad nos cuesta tanto trabajo mantener las cosas? ¿Por qué las relaciones cada vez duran menos? ¿Por qué cuando existe el más mínimo problema decidimos simplemente desechar el objeto en vez de resolver los imperfectos?


La tecnología nos ha llevado a caminos antes inimaginables, nos ha traído nuevos aparatos que hacen de la vida cotidiana más divertida y sencilla. Pero qué sucede con estos aparatos cuando dejan de cumplir sus funciones. Poco a poco pierden la velocidad con la que respondían, necesitan ser actualizados constantemente, dejan de estar a la moda, se vuelven obsoletos. Y esto no es más que una consecuencia de la famosa “obsolescencia programada”. Este término introducido hace un par de años se refiere a la mercadotecnia aplicada a las nuevas tecnologías. Se define brevemente como “comprar, tirar, comprar”, y se pone en práctica desafortunadamente con gran facilidad.


Hace algunos años, cuando obtenías un celular, una computadora, una consola de videojuegos, una televisión o cualquier aparato que fuese de costo elevado, lo tenías que cuidar como si fuera un bebé porque sabías que iba a ser muy complicado conseguir otro. En aquél entonces te duraban muchos años, y si se llegaban a descomponer, no había más que ir con un técnico o especialista a que lo reparara o le cambiara la pieza que ya no servía. Y así, el aparato funcionaba muchos años más. Pero con las nuevas tecnologías y las modas impuestas, la gente cambia de dispositivo con relativa frecuencia; porque hay una nueva versión en el mercado, por una pequeña falla técnica, por un extravío, por un golpe o una pantalla rayada. La sociedad ya no sabe apreciar lo duro que resulta ganarse el dinero para poder pagar los gastos de conseguir un nuevo artilugio. Y eso no sólo está afectando la cantidad de basura informática que tiramos; sino que también nos afecta en la forma de vivir.


Antes, ante cualquier problema, la solución era trabajar duro para afrontarlo y buscar diversas alternativas. Pero ahora, lo que resulta más sencillo es simplemente deshacerse del problema, hacer como que nunca existió y olvidarse de él. Ya no existe esa tenacidad por solucionar los problemas. Y al igual que nos deshacemos de objetos sin aparente valor, nos deshacemos también de personas; amigos, parejas, familiares.


Conforme la vida va avanzando, poco a poco nos separamos de personas queridas, personas que antes pensaríamos que jamás nos separaríamos. Y sin embargo fue así, por un pequeño pleito o falta de tiempo, nos separamos. Perdemos ese sentimiento de estimación, esas ganas por luchar por salvar la relación. Si ocurre algún problema o diferencia lo más sencillo de hacer es romper ese vínculo y seguir adelante. Por eso mismo en la actualidad existen tantos divorcios, amistades perdidas, hermanos, tíos, sobrinos que no se hablan. Por ello es que la gente se ha vuelto tan distante. Y volvemos a la obsolescencia, si algo ya no sirve, lo tiras y compras algo nuevo. Pero alrededor de los años te das cuenta de que la gente no funciona así, no puedes reemplazar a una persona con alguien nuevo, porque las personas somos únicas e inigualables. No somos objetos creados en sistemas de producción. Somos personas, tenemos personalidad, conocimientos, talentos, experiencias, y más que nada sentimientos.


Las personas somos lo suficientemente valiosas como para merecer que luchen por nosotros, que nos perdonen, que discutan sobre el problema y lo resuelvan. Actualmente nos hemos vuelto cobardes, tememos las consecuencias o riesgos que puedan proseguir a nuestras acciones y es esa una de las razones por las cuales decidimos que lo mejor es tirar y reemplazar. Pero hay que ser fuertes, tener valor y luchar por las cosas que nos importan. Sea un sueño, un objeto, un destino o una persona.



Así que hoy les hago un llamado, les pido piensen dos veces a la hora de tirar un celular que aún sirve o puede ser reparado, que piensen dos veces a la hora de comprar un aparato, que piensen dos veces cuando quieran terminar una relación, que piensen dos veces a la hora de despedirse de un amigo. Porque todo en esta vida tiene solución, por más lejana que parezca, con un poco de esfuerzo se llega a alcanzar.

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